Foto: Bernardo Pérez, El País
Se publica hoy en El País un reportaje de Javier Rodríguez Marcos sobre la reedición, en Destino, del clásico Las armas y las letras de Andrés Trapiello. Siento una admiración tremenda por este hombre, por su cabeza privilegiada y su capacidad de trabajo. Empezó entonces, cuando apareció por primera vez este título en 1994, lo publicó Planeta en aquella colección de Espejo de España, (¿os acordáis?, solía tener el logo en uno de los ángulos de la portada, y lo único que estaba completamente perfilado era Portugal). Allí leí por primera vez algunas curiosidades que luego me han acompañado siempre, cosas menores, como el anticomunismo de R.J. Sender o que a su mujer la fusilaran los nacionales en la guerra, o que Ernesto Giménez Caballero propusiera, cuando era procurador del pueblo, que los presos políticos del Valle de los Caídos trabajaran con música de Wagner; o que la mujer de Manuel Machado se metiera a monja cuando murió el poeta, en fin, ya digo, esas cositas menores que cuesta tanto olvidar, la enjundia, y en aquel libro había mucha, sin embargo, me parece ahora que se fue sin pasar.
Vuelvo a abrir ese título para trascribir algo que debía de estar entonces subrayado, tiene que ver con Manuel Altolaguirre. Cuenta Trapiello que el poeta salió al exilio por Figueras, al caer Cataluña. Y dice “En un campo de refugiados los guardias y campesinos lo tomaron por fascista y aristócrata camuflado, y él, indignado, se quitó las ropas, se quedó desnudo y lo creyeron loco. Se lo llevaron a un manicomio, de cuya estancia nos dejó un conmovedor relato: “Una tarde creí sentirme al borde de la muerte. Me desnudé para morir desnudo”.
Sobre Trapiello escribo aquí lo que dejó escrito su amigo Eloy Sánchez Rosillo en 1991 en el libro Andrés Trapiello que apareció en 1994 en aquella colección de Calambur que dirigió Diego Doncel y que llevaba por título Los solitarios y sus amigos:
“Andrés Trapiello es hoy un escritor muy firme, un creador con mucho presente. Pero es también, sin duda, uno de los escritores de su generación que con más posibilidades cuenta de cara a los próximos años. La juventud de este hombre pertenece ya al pasado. Vive ahora la etapa primera de su madurez. Yo creo a pies juntillas en la labor que Andrés Trapiello habrá de ir llevando a cabo (un futuro que, en este caso, es casi un presente). Y estoy seguro de que no voy a equivocarme. Demos un poco de tiempo al tiempo. Esperen, esperen y verán”.
Pues ya vemos, no hizo falta esperar tanto.
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