Ayer, sábado 29, fue un día completo de sol y de amistad. Los amigos le ofrecimos a Emilio una comida por su jubilación. Emilio García Prieto tiene una larga historia de compromiso con la libertad y la educación. Por luchar por la libertad una vez en una calle de Madrid le pegaron ocho tiros. Se salvó de milagro, una bala le rozó en la cabeza pero sólo le hizo una pitera. Los asesinos no sabían que hay cabezas tan duras como firmes los principios que transportan. La educación ha sido su vida, empezó en Tánger y apostó por ella por el mundo. Ha tenido siempre empeño en que los estudiantes viajen y conozcan; y coherente, hasta en eso, disfruta de un amor de bandera como ejemplo.
Que nada ha sido en vano, se vio ayer en la casa de Rosa y Pepe. Rodeado de amigos, Emilio propuso un brindis por la educación. Y convencidos y agradecidos, Tomasa, Paco, Cristina, Daniel, Francesc, Bene, Marcial… le secundaron, le secundamos, con entusiasmo.
Luego, por la noche, un concierto de música africana en el Paraninfo de la Complutense. Un día completito, ya digo.
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