viernes, 30 de abril de 2010

Yusur-Puentes en la Sala de la Arquería

Fotografías de Celia Sánchez

Ayer tarde, a las ocho, en la Sala de la Arquería de Nuevos Ministerios de Madrid se inauguró la exposición "Yusur-Puentes", que recoge la fusión urbanística que existe entre las dos orillas del Mediterráneo. Lo dice Zara Fernández de Moya, alma mater de la muestra y anoche espléndida, en el catálogo: es un nuevo proyecto para seguir tendiendo puentes entre las dos orillas del Mediterráneo, para desvelar nuevas "afinidades" entre Marruecos y España, para buscar lugares afines entre ambos mundos.

La exposición está auspiciada por la Asociación Cultural del Mediterráneo Occidental (MED-OCC) que surgió hace una década con la intención de buscar y promover espacios culturales de intercambio entre España y Marruecos. Han sido sus comisarios Emilia Hernández Pezzi, Joaquin Ibañez Montoya y Ainhoa Díez de Pablo del Grupo de Investigación Paisaje Cultural de la Universidad Politécnica de Madrid, que han contado con el asesoramiento de la Escuela Nacional de Arquitectura de Rabat.

Las imágenes reunidas representan, de acuerdo con lo que dicen en su presentación los comisarios, una manera de comprender la arquitectura que se vincula a la transformación progresiva del territorio, por lo que se recogen ejemplos de ordenación de cascos urbanos, de paisajes de costa e interior, de paisajes de turismo, comunicación e infraestructuras, industriales o residuales, de cultura, restauración y memoria. Las imágenes se agrupan en seis categorías: 1. Paisajes de comunicación representados por el puerto de Tánger-Med y las líneas de Alta Velocidad; 2. Los paisajes de gran escala urbana, que recogen la ordenación del valle y estuario Oued Bouregreg entre Rabat y Salé y el soterramiento de la M-30 y la recuperación del Manzanares como paisaje fluvial de Madrid; 3. Los paisajes de costa que nos ilustran la intervención en la apertura al mar de Asilah y de la Bahía de Cádiz; 4.Los paisajes de interior, con las acciones que se están llevando a cabo en el valle de Aït Bougmez o en el término de Olot; 5. Los paisajes de ciudad que muestran la intervención y ordenación de Tetuán y Málaga; y, 6. Los paisajes de barrio, que se adentran por las callejuelas de la kasba de los Udayas de Rabat o del cerro de Santa Catalina en el barrio de Cimadevilla de Gijón. La exposición podrá visitarse hasta 6 de junio.

También fue estupenda la compañía, Emilio, Angie, Teresa, Mariano... y aun con todo, lo mejor, lo que no puedo dejar aquí, el sonido anoche de un chelo, delgadito como la dueña, y de un saxo alto.

miércoles, 28 de abril de 2010

Transmutaciones y sensaciones



En la sala Cervantes de Casa América presentaron ayer la antología Transmutaciones, de Antonio María Flórez. En la mesa Luis Armando Soto, Luis Sáez, director de la Editora Regional de Extremadura y el antólogo. Me gustó mucho oír hablar a Luis, lo hizo con cariño y con sapiencia, fue generoso con la labor de la Editora y con la de sus directores anteriores, de cómo unos y otros hubieran sabido hacer, de lo que hasta entonces sólo había sido periferia de la periferia, un terreno más propicio para creación y la difusión. Habló también de cómo Extremadura había pasado de arrastrar su condición de tierra fronteriza a encontrar en ese mismo carácter fronterizo un elemento de enriquecimiento cultural y un estímulo identitario. En fin, ya digo, me resultó muy agradable lo que dijo. Luis Armando Soto leyó un par de textos preciosos y Antonio María Flórez explicó por qué había elegido a Andrea Cote Botero, Adalberto Agudelo Duque, Triunfo Arciniégas, Octavio Escobar Giraldo y Orlando Mejía Rivera, que son, según dijo, una muestra de la novela, el relato, el ensayo y la poesía que hoy se escribe en Colombia. Fue un acto entrañable e interesante. Y a uno, que anda estos meses seducido por la prosa fascinante de Faciolince, le entraron muchas ganas de seguir leyendo letras colombianas.
Ahora la sensación. Les cuento, siempre que entro en Casa América me parece que estoy entrando en el palacio de Ramalhete. Tengo a Os Maias de Eça de Queirós como una obra de referencia. Fueron los de aquella lectura unos días deliciosos, aún me acuerdo cuando Carlos da Maia y María Eduarda se conocieron en el Hotel Central, era de madrugada y yo estaba en otro hotel, en el Continental, de Tánger (sensaciones). Bueno, a lo que voy, dice la leyenda que el antiguo palacio de Murga, donde está ubicada Casa América, encierra los fantasmas de los primeros marqueses de Linares. Por lo visto, un día José de Murga y Reolid le confesó a su padre, Mateo Murga y Michele, que se había enamorado perdidamente de una muchacha humilde. El padre cuando lo oyó se asustó, pero se asustó muchísimo más cuando se enteró de que la susodicha era Raimunda Osorio, la hija de la cigarrera de Lavapiés. Se asustó tanto que lo mandó a Londres con la excusa de que tenía que estudiar, pero con la intención de que se divirtiera y se olvidara de la mocita lo antes posible. Pero hay amores que no se olvidan fácilmente, así que cuando su padre lo vio de vuelta en Madrid y con el empeño intacto, se llevó tal susto, que se murió. Después los enamorados se casaron, y al poco tiempo José encontró una carta de su padre en la que le aclaraba todo. Resulta que la pobre muchacha había sido el fruto de un amor extramatrimonial entre él y la madre de ella. Luego la leyenda sigue y dice que tuvieron una hija a la que emparedaron por no sé qué, pero que no pudieron hacer lo mismo con su espíritu y que por eso el espíritu de Raimundita sigue, aún hoy, paseándose por los salones del palacio, que canta canciones infantiles, que da voces y no sé cuántas cosas más. Pero a mí eso ya me da igual, a mí lo que me gusta es la primera parte, la de los amores repetidos entre la nobleza y las cigarreras, la que me recuerda a los amores secretos e inconfesables entre Carlos da Maia y María Eduarda, la de la pasión desbordada, la de O Ramalhete y el hotel de Tánger… Ya digo, sensaciones.

martes, 27 de abril de 2010

Violeta Parra

Siguiendo con los Parra, de la hermana de Nicanor hay una canción que a mí me gusta mucho, es La Lavandera, una de las últimas composiciones de Violeta. Se dice que tiene el dolor amoroso, profundo y desgarrado de alguien que ha alcanzado una etapa de madurez. Es probable que sea así, si no me equivoco, la compuso un par de años antes de desangrarse.


Aquí voy con mi canasto
de tristezas a lavar,
al estero del olvido,
dejen, déjenme pasar.

Lunita, luna,
no me dejes de alumbrar.

Tu cariño era el rebozo
y nos abrigó a los dos,
lo manchaste una mañana
cuando me dijiste adiós.

Lunita, luna,
no me dejes de alumbrar.

En la corriente del río
he de lavar con ardor
la mancha de tu partida
que en mi pañuelo dejó.

Lunita, luna,
no me dejes de alumbrar.

Soy la triste lavandera
que va a lavar su ilusión,
el amor es una mancha
que no sale sin dolor.
Lunita, luna,
no me dejes de alumbrar.

En el librito 21 son los dolores (antología amorosa de Violeta Parra) publicado en Santiago de Chile por las Ediciones Aconcagua en 1981, con prólogo y selección de Juan Andrés Piña, se cuenta que el gran José María Arguedas, en un foro organizado por la Universidad Católica de Chile en 1968, dijo que Violeta Parra era lo más chileno de lo más chileno que él había tenido la oportunidad de sentir, pero que al mismo tiempo era también lo más universal que él había conocido en Chile.
 
Efectivamente, eso debe de ser así, cuanto más genuino, más universal, cuanto más auténtico, más común a todos en su especie; y sin embargo, estos días, ya veis, qué porfía, qué afán por ser de todos el más localista, qué competición de constreñidos.

lunes, 26 de abril de 2010

Marcha de apoyo al juez Garzón

Fotografía de Abraxas 139

Antipoesía

El profesor de la Universaidad Austral (Valdivia) Leónidas Morales publicó en Chile (Editorial Universitaria, 1991) un libro titulado Conversaciones con Nicanor Parra. Es el resultado de la trascripción de un largo diálogo, grabado en momentos y lugares distintos, entre el profesor y el poeta. Se habla, claro, de la antipoesía. En un momento en que Nicanor Parra cuenta algo de su infancia y la de su hermana Violeta, dice, Esta era la época de la victrola . Todo el mundo en los barrios tenía su victrolita. En la casa no había, pero los vecinos tenían. Los muchachos del barrio, los pelusas, qué sé yo, los amigos, todos eran gente muy precaria, pues oye. Todos eran niños descalzos para empezar, niños sin zapatos. Fíjate tú la letra de la canción:

En una mesa te puse
un ramillete de flores,
María no seas ingrata,
regálame tus amores.

Pero cómo la cantaban los niños:

En una mesa te puse
un plato con chicharrones,
María no seas ingrata,
abájate los calzones.

Ahí están, dice el propio Nicanor, los orígenes de la antipoesía.

[Busco en el Diccionario General Ilustrado Hispano-Americano, (Ed. Biblograf, B. 1977) la voz Victrola: (de Victor Talking Machine Co., firma Comercial Fabricante) Fonógrafo de motor eléctrico, tocadiscos].

sábado, 24 de abril de 2010

Nicanor Parra


Tarde de astillas y noche de libros. Hay viernes que sólo les salva, si acaso, la burla fina de Nicanor.

Autorretrato

Considerad, muchachos,
Este gabán de fraile mendicante:
Soy profesor en un liceo obscuro,
He perdido la voz haciendo clases.
(Después de todo o nada
Hago cuarenta horas semanales).
¿Qué les dice mi cara abofeteada?
¡Verdad que inspira lástima mirarme!
Y qué les sugieren estos zapatos de cura
Que envejecieron sin arte ni parte.

El poema sigue, pero el lector no quiere, y se postra, para ser vomitado, delante de la tele.

viernes, 23 de abril de 2010

Pernios

Hay mañanas en que a uno el día se le sale del quicio, y luego ya, sólo ruido de pernios.

miércoles, 21 de abril de 2010

Abbas Baydoun

En Casa Árabe, conversación con el poeta libanés Abbas Baydoun (1945). Estudió en Líbano Literatura Árabe y luego completó su formación en la Universidad de la Sorbona, en París. Le encarcelaron, dicen, por su activismo político y lo hicieron en Líbano y en Israel. Desde mediados de los años ochenta escribe en numerosos diarios y revistas y también dirige la sección cultural de algunos de ellos. Ha paseado su voz y su palabra (árabes) por los escenarios de medio mundo. La crítica valora, sobre todo, su prosa poética. También dice él que es una de las principales y más influyentes figuras de la poesía árabe actual.

En Casa Árabe estuvo acompañado por Jordi Doce y por Luz Gómez García. El primero le incitó a hablar de su poesía y de su compromiso poético (y de la poesía de la sobriedad). La arabista y traductora Luz Gómez (autora de Literatura árabe anotada (1967-1998) que publicó en 2000 la Universidad de Alicante y del Diccionario de Islam e islamismo que publicó el año pasado Espasa) le hizo la presentación. Luego, y antes del diálogo, el autor y la traductora estuvieron recitando, él en árabe, ella en castellano. Se habla de él en el blog de Luz.

(…)
Este tren inmenso que avanza como una solitaria
Huye con sus generales muertos y sus cadáveres, fijando los urinarios
Y con sus tumbas de cristal
Vemos tumbas blancas en lo infinito
Vemos cajones blancos abiertos
Tarjetas y cartas que se extienden hasta el fondo
Gangrena que renace a partir de los recuerdos
Aroma creador.

(trad. De Yumana Haddad)

martes, 20 de abril de 2010

Miguel Hernández en la Biblioteca Nacional

A las 19 horas, en la Biblioteca Nacional, presentación del libro de Andrés Sorel Miguel Hernández: memoria humana. Estuvieron con el autor el poeta y filósofo Rogelio Blanco, Director General del Libro, Archivos y Bibliotecas y el maestro Antonio Gamoneda. Se dijeron cosas conmovedoras. Sorel habló muy sentidamente, pausadamente, como si estuviera recitando. Y lo recitó. Pero antes dijo que murió como un niño porque murió en la pureza de la esperanza, y habló de su amor por Josefina, del hijo que perdieron, de la tortura y otra vez de la muerte. Y antes que Sorel, Gamoneda planteó la guerra como una guerra de explotadores y explotados, y lo hizo despacio, con hondura, y denunció también la preocupación de Luis Almarcha (entonces canónigo de la catedral de Orihuela y luego Obispo de León y procurador en las Cortes franquistas) porque Miguel Hernández muriera dignamente casado cuando no había hecho nada porque muriera dignamente. Y antes, o después, se dijeron muchas más cosas, por ejemplo, que quienes mejor le entendieron fueron Juan Ramón Jiménez, María Zambrano y Vicente Aleixandre o que Jiménez Caballero se mofaban de él, el cabrero de la corte, etc. Al final, en Recoletos aún era de día y uno, en el autobús, pensaba, cuántas cárceles todavía arrastrándose por la humedad del mundo.