miércoles, 16 de mayo de 2012

Vargas Llosa en Boma


José Antonio F. Fontanilla recorta, ordena y guarda. Tiene una hemeroteca de recortes. Probablemente el mejor fondo de recortes de periódicos de Cádiz y su provincia. Ahora en La narración corta en Extremadura III de Simón Viola aparece este, lo leo de nuevo y no resisto.

En la ciudad de Boma, capital de este inmenso país cuando se llamaba el Estado Libre del Congo y era propiedad privada del Rey de los Belgas, Leopoldo II, el señor Placide-Clement Mananga está entregado a luchar a favor de la civilización y contra la barbarie. Ésta, para él, no tiene la cara atroz de las violaciones, las matanzas, las epidemias y el hambre que adopta en otras regiones de su país, sino la del olvido. Monsieur Placide estuvo cuatro años de joven en un seminario católico, preparándose para ser cura. Pero el régimen de vida era muy severo y desistió. Tal vez en aquel periodo de ayunos, privaciones, oraciones y estricta disciplina contrajo el amor... El País

martes, 15 de mayo de 2012

domingo, 13 de mayo de 2012

Retaguardia Literaria en España (1900-1936)



Varios días de horas continuadas en la Universidad de Lieja oyendo hablar de la Retaguardia literaria, nombres repetidos, Astrana Marín, Casares, etc; también muchos curas combativos y postales ilustradas. Apabulla lo que saben esos nombres que ayudan a hacer la historia de la literatura, o la historia literaria, cada uno como prefiera, Romero Tobar, Serrano Alonso,  Palenque Sánchez, Serge Salaün,  Cecilio Alonso, Jean-François Botrel , etc y otros que apuntan. También el desparpajo y el saber de Ceballos Viro, fue quien lo montó y qué bien lo hizo. Ya se sabe, hay situaciones que intimidan a algunos en las que otros bailan. 

Y hubo quien se atrevió, “Gabriel y Galán, la ruralidad de la retaguardia”. Debajo algunas fragmentos razones del por qué el bate de la infancia estaba allí (hay más, razones y fragmentos),

A
La segunda enseñanza acabaría
de envenenarme al chico;
allí se le diría
que no era hijo de Dios, sino de un mico;
pues no le faltaría
uno de esos maestros de alma impía,
corruptores infames de menores,
que abusan sin piedad de la inocencia
y le infunde sacrílegos errores
por ganar para el diablo una conciencia.
    (“Sistema de educación”, Oo cc, 2004:1055)
B
Tal será nuestra existencia,
¡divino Código viejo!
tu letra, en la inteligencia;
tu sentido, en la conciencia,
y en las obras tu reflejo.
         (“Catecismo”, Oo cc, 2004:508)

A
¡Y tuvo novia! Una moza
de las que encuentran los malos…
¡Yo creo que hay moza que goza
Sabiendo que va a haber palos!
                    (“El jugador”, Oo cc, 2004:1203)
B
Si eres hoy niña aplicada,
Mañana joven honesta
Y luego mujer honrada,
Sólo una cosa te resta:
¡ser en el cielo premiada!
                     (“A Cándida”, Oo cc, 2004:1203)

viernes, 4 de mayo de 2012

Europa

Digamos que aprecio especialmente a tres países, los tres en los que más tiempo he vivido: España, Portugal, Marruecos. Desde ellos, en diferentes situaciones y por distintos motivos, añoré el funcionamiento de la otra Europa. Ahora vivo en esa Europa de las imposiciones y lo bien hecho y, sin embargo, esta mañana por ejemplo, una fila de lectores esperando a que abriera la Biblioteca Nacional. Hora de apertura, nueve en punto, tiempo de espera, cinco, diez minutos; no es mucho, tampoco es siempre, sin embargo es demasiado habitual. No recuerdo haber tenido que esperar a que abrieran (después de la hora, se entiende) la puerta de entrada en la bibliotecas nacionales de Madrid o Lisboa (en Marruecos no sabía si, y no iba). Será, como le leí alguna vez a Álvaro Valverde, que la vida está siempre en otro sitio. Y no sólo.
 
Por capricho y para ayudar a tragar, estos versos caprichosos de Pedro Garfías (a lo mejor de sus tiempos de La Carolina, cuando era recaudador de impuestos, antes de todo lo otro):


Los pájaros se tiran serpentinas
azules como arroyos
y todas las campanas
corren por los tejados persiguiéndose…

jueves, 3 de mayo de 2012

Después de (casi) veinte años


Después de muchos días, este inquietante Después de veinte años del sabio Gamoneda, ese que dijo "Yo no soy un hombre 'de pensamiento', quiero decir de pensamiento especialmente informado y provisto de método".

Cuando yo tenía catorce años
me hacían trabajar hasta muy tarde.
Cuando llegaba a casa, me cogía
la cabeza mi madre entre sus manos.

Yo era un muchacho que amaba el sol y la tierra
y los gritos de mis camaradas en el soto
y las hogueras en la noche
y todas las cosas que dan salud y amistad
y hacen crecer el corazón.

A las cinco del día, en el invierno,
mi madre iba hasta el borde de mi cama
y me llamaba por mi nombre
y acariciaba mi rostro hasta despertarme.

Yo salía a la calle y aún no amanecía
y mis ojos parecían endurecerse con el frío.

Esto no es justo, aunque era hermoso
ir por las calles y escuchar mis pasos
y sentir la noche de los que dormían
y comprenderlos como a un solo ser,
como si descansaran de la misma existencia,
todos en el mismo sueño.

Entraba en el trabajo.
La oficina olía mal y daba pena.
Luego,
llegaban las mujeres.
Se ponían
a fregar en silencio.

Veinte años.
He sido
escarnecido y olvidado.
Ya no comprendo la noche
ni el canto de los muchachos sobre las praderas.
Y, sin embargo, sé
que algo más grande y más real que yo
hay en mí, va en mis huesos:

Tierra incansable,
firma
la paz que sabes.
Danos
nuestra existencia a
nosotros
mismos.

(De Blues castellano)