Foto: La lechuza
Al café, llega uno tras otro, como una procesión, de hormigas, discontinuos, la puerta, la sonrisa, la bolsa al lado, las copias de deuvedés apiladas en la mano, a veces, del bolsillo, tres relojes, mostrándolos por las mesas, a cada paso la sonrisa, el no, no, no, raramente el no y la mirada, y otra vez el frío ante la puerta.
Los veo alejarse tras el cristal, solos, y me conmueve su entereza, se eu fosse enlouquecia, tanto no, ese frío afuera.
2 comentarios:
Uff, qué escalofrío, y qué tristeza me da el revivir esta escena cotidiana que describes con tanta fuerza, Antonio.
(¿Cómo ser felices individualmente, viendo lo que tenemos alrededor? Ya todo es agridulce; no es posible torcer el gesto y mirar para otro lado)
Un abrazo
Sí, Isabel, demasiado agrio algunas veces. Un abrazo grande.
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