... una entrada y tres poetas
Poeta 1, Eugénio de Andrade, "Adiós , Todo el oro del día, Ed. Alfaguara.
Adeus
Já gastámos as palavras pela rua, meu amor,
e o que nos ficou não chega
para afastar o frio de quatro paredes.
Gastámos tudo menos o silêncio.
Gastámos os olhos com o sal das lágrimas,
gastámos as mão à força de as apertarmos,
gastámos o relógio e as pedras das esquinas
em esperas inúteis.
Meto as mãos nas algibeiras
e não encontro nada.
Antigamente tínhamos tanto para dar um ao outro!
Era como se todas as coisas fossem minhas:
quanto mais te dava mais tinha para te dar.
Às vezes tu dizias: os teus olhos são peixes verdes!
e eu acreditava.
Acreditava,
porque ao teu lado
todas as coisas eram possíveis.
Mas isso era no tempo dos segredos,
no tempo em que o teu corpo era um aquário,
no tempo em que os meus olhos
eram peixes verdes.
Hoje são apenas os meus olhos.
É pouco, mas é verdade,
uns olhos como todos os outros.
Já gastámos as palavras.
Quando agora digo: meu amor...,
já se não passa absolutamente nada.
E no entanto, antes das palavras gastas,
tenho a certeza
de que todas as coisas estremeciam
só de murmurar o teu nome
no silêncio do meu coração.
Não temos já nada para dar.
Dentro de ti
não há nada que me peça água.
O passado é inútil como um trapo.
E já te disse: as palavras estão gastas.
Poeta 2: Ángel Campos Pámpano, la traducción.
Adiós
Ya hemos gastado las palabras en la calle, amor mío,
y lo que nos ha quedado no basta
para alejar el frío de cuatro paredes.
Lo hemos gastado todo salvo el silencio.
Hemos gastado los ojos con la sal de las lágrimas,
hemos gastado las manos a fuerza de apretárnoslas,
hemos gastado el reloj y las piedras de las esquinas
en esperas inútiles.
Meto las manos en los bolsillos y no me encuentro nada.
Antes teníamos tanto que darnos;
era como si todo fuese mío:
cuanto más te daba más tenía que darte.
A veces decías: tus ojos son unos peces verdes
y yo me lo creía.
Me lo creía
porque a tu lado
todas las cosas eran posibles.
Pero eso era en el tiempo de los secretos,
era en el tiempo en que tu cuerpo era un acuario,
era en el tiempo en que mis ojos
eran realmente peces verdes.
Hoy son sólo mis ojos.
Es poco, pero es la verdad,
unos ojos como los demás.
Ya hemos gastado las palabras.
Cuando ahora te digo amor mío,
ya no pasa absolutamente nada.
Y sin embargo, antes de gastarse las palabras,
estoy seguro de que todo se estremecía
sólo con murmurar tu nombre
en el silencio de mi corazón.
No tenemos ya nada para darnos.
Dentro de ti
no hay nada que me pida agua.
El pasado es inútil como un trapo.
Ya te lo he dicho: las palabras están gastadas.
Poeta 3: Álvaro Valverde, el homenaje, Desde fuera, Ed. Tusquets
Memoria de Andrade
La luz del sol, la cal,
el pájaro que canta en la enramada,
el umbral y el zaguán y la sombra,
la reverberación del mar
al mediodía y, por la noche,
el reflejo en sus aguas de la luna,
el patio de la casa de la infancia
y el niño que allí mira con tristeza,
el somnífero son de las cigarras
a la hora cesante de la siesta,
el árido paisaje de las viñas
colgadas de los últimos bancales,
el jardín con palmeras
y el muro calcinado, y en fin,
todo cuanto en mi vida
tuvo un día importancia,
cuanto valió la pena,
la materia de todo cuanto he escrito,
esto es, el alma y la sustancia
de mis sueños.
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