Foto: Ricardo Watson
Llamó. Dijo, He encontrado tu ciudad, y empezó a hablarme de una plaza, de un café, de una mesa con ventana desde la que se ve silbar el viento. Dijo, es un café viejo, de esos que llevan toda la vida siendo siempre un café de los de antes, tiene techos altísimos y lámparas como cadenas. Dio detalles, mesas, sillas, las fotografías de las paredes, las conversaciones pendientes…
¡Corta! Te va a salir muy caro.
Se llama Café Brasileiro. Desde la ventana se ve la gente que va de un lado a otro, parece que nadie tiene demasiada prisa, que tampoco el frío les haga correr, por eso digo que ésta es tu ciudad. Siguió hablando de los cafés en el Roco antes de la reforma, de las clases en el Pacheco, de los fines de semana en Valencia de Alcántara…
¡Te quiero mucho!
Al caer la tarde, otra vez. Definitivamente he encontrado tu ciudad y no me cortes. No se te ocurra volver a cortarme. Pago yo. Te repito que esta ciudad es maravillosa y estoy ahora en un sitio que te va a encantar. Tú no lo sabes, pero lo hicieron para ti. Estáis hechos el uno para el otro, te va a encantar, te lo juro, es Puro verso. Antigua, grande, enorme y en el fondo de la segunda planta un café con un ventanal inmenso que da a una calle peatonal desde el que te hablo. Te quiero infinitamente. Plis, escríbeme largo, y cortó.
¡Corta! Te va a salir muy caro.
Se llama Café Brasileiro. Desde la ventana se ve la gente que va de un lado a otro, parece que nadie tiene demasiada prisa, que tampoco el frío les haga correr, por eso digo que ésta es tu ciudad. Siguió hablando de los cafés en el Roco antes de la reforma, de las clases en el Pacheco, de los fines de semana en Valencia de Alcántara…
¡Te quiero mucho!
Al caer la tarde, otra vez. Definitivamente he encontrado tu ciudad y no me cortes. No se te ocurra volver a cortarme. Pago yo. Te repito que esta ciudad es maravillosa y estoy ahora en un sitio que te va a encantar. Tú no lo sabes, pero lo hicieron para ti. Estáis hechos el uno para el otro, te va a encantar, te lo juro, es Puro verso. Antigua, grande, enorme y en el fondo de la segunda planta un café con un ventanal inmenso que da a una calle peatonal desde el que te hablo. Te quiero infinitamente. Plis, escríbeme largo, y cortó.
1 comentario:
Quizas descubri tarde vuestro blog, pero a partir de ahora espero acudir a el asiduamente, saludos desde Cadiz, un alumno, un amigo.
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