Foto: Nadja Vilenne
En Bruselas también hay muchos mundos y un canal. Por lo leído el canal se llama Charleroi-Bruxelles, y se creó en 1832 para conectar la zona industrial de la ciudad con el puerto de Amberes. Hoy ese canal es una frontera que corta la ciudad en dos, de norte a sur, a un lado los más pobres, inmigrantes casi todos, al otro, belgas y expatriados (no es un matiz, estos días dieron para saber que al que parece pobre le dicen immigrant, y al que parece que tiene, expatrié). Esa diferencia es especialmente visible a los dos lados de un puente, el que une la zona modernilla, bobo, la de los alternativos acomodados con tiendas de diseño y ropa cara, la de los cafés agradables y los restaurantes de moda, la de la calle Antoine Dansaert, con el barrio pobre de los emigrantes de la Chaussée de Gand. Son dos mundos distintos y no hay más que pisarlos.
Para denunciar estas diferencias, el artista Emilio López Menchero montó ahí, estratégicamente, justo en ese puente, la instalación Checkpoint Charlie, una réplica del legendario Checkpoint Charlie de Berlin, aquel puesto de control que durante años desunió la zona de Berlín controlada por los soviéticos de la controlada por los norteamericanos. Sobrecogía. Pensarlo, la carne de gallina. Ironías intencionadas. ¿Cuántos Checkpoint Charlie? ¿En cuántos sitios? Y era la semana de la movilidad en Bruselas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario