Hace unos días, en El hombre que amaba a los perros, dos personajes, narradores, homodiegéticos, Iván Cárdenas Maturell y Daniel Fonseca Ledesma reflexionaban sobre los escritores secos.
Hoy releo a Leopoldo Brizuela, al llegar a la página 52, una rallita negra al margen: “Porque, ¿Qué es el bloqueo de un escritor? No la simple incapacidad de escribir, sino de escribir de acuerdo con su verdad más profunda: conectando su imaginación con el centro oscuro de la personalidad que exige salir a flote en forma de relato. Libérame o te devoro”.
Tanto y tan seguido, ¿por qué será?
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