Ayer, el Nacional del Cómic a Alfonso Zapico. Una alegría. Recuerdo la vez que estuvo en Bruselas. Lo anunciaron mal y cuando llegamos no había nadie. Pensamos, se habrá suspendido y nos dimos la vuelta, pero al salir, el conserje se interpuso en el camino y nos pidió, por favor, Esperen un momento. Echó mano al teléfono y estuvo hablando entre dientes sin quitarnos el ojo de encima. Luego llegó alguien y nos condujo sin decir nada a una sala en el piso de arriba, parecía que hubiera misterio, llamó a una puerta y allí, la directora y el responsable de Cultura del Cervantes y Zapico con su novia, y luego nosotros, claro. No llegó nadie más y fue una charla larga y entrañable, me pareció un tipo sin pretensiones, con mucha cabeza, también con mucho atrevimiento, pero muy humilde. Contó cómo empezó y lo que estaba haciendo. Café Budapest me encantó, luego todos los otros. Le sigo en su blog y tenía claro que este muchacho había llegado para quedarse, no obstante, me extrañó que le dieran ese sopapo tan pronto. En cualquier caso, hay que leerlo, lo edita Astiberri.
martes, 23 de octubre de 2012
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