Es de ese cine que gusta ver, de ese que te hace sufrir y restregarte en la butaca de vez en cuando, que te obliga a pensar algunas cosas un par de veces, a maldecir otras muchas; cine comprometido y sencillo, sin alardes ni cientos de millones, una ventanita abierta a la esperanza. Quizá sea esto lo que han sabido ver en Cannes, en cualquier caso, los hermanos Dardenne no son unos desconocidos, ya dieron muestras, por ejemplo, con Rosetta.
martes, 24 de mayo de 2011
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