Foto: Goienako egoitzan
Bert Cornillie es un lingüista inquieto. Ayer hizo posible que Jaime Zambrana Vargas, rector de la Universidad Quechua, se reuniese en una pequeña sala de la Universidad de Lovaina con unos cuantos curiosos a enseñarles lo que se viene haciendo, lo que se quiere hacer.
Los indígenas han sido homogenizados, reducidos, invisibilizados durante siglos. La política lingüística es sólo otra manera más de reivindicarse. La gestión del conocimiento, también la universidad debe serlo.
Los quechuas, su percepción de la realidad y su relación con la naturaleza. Y contó dos principios fundamentales, uno, todo lo que existe está vivo, la gente, los animales, las plantas, también los cerros, el agua, las máquinas, y el único modelo de desarrollo posible es el que busque crear más vida. Dos, todo lo vivo es incompleto, por tanto, son necesarias las relaciones de complementariedad, de reciprocidad; ahí se paró, dijo, entenderán que allí no se entienda la explotación que hoy se hace de los recursos naturales, ¿cómo se puede privatizar el agua?
Así, discursando un rato largo, enseñando y aprendiendo, dijo, aquí se habla para convencer, no para dialogar. Para los quechuas hablar es otra forma de complementariedad, no de imposición.
Parecía venido de otro mundo, con otros planteamientos, un cuento infantil, etnoingenuismo, otra excentricidad auspiciada por un caudillo de izquierdas frente a un corro de oídos con sonrisita de sabios y ahora con estas; y sin embargo, aquella cadencia en el hablar, el tono sereno, la escucha atenta, las respuestas suavizadas a las preguntas incómodas, luego también el vinito, acabaron por particularizar la tarde, entre saludos, el arranque de la noche entretenida.
Los indígenas han sido homogenizados, reducidos, invisibilizados durante siglos. La política lingüística es sólo otra manera más de reivindicarse. La gestión del conocimiento, también la universidad debe serlo.
Los quechuas, su percepción de la realidad y su relación con la naturaleza. Y contó dos principios fundamentales, uno, todo lo que existe está vivo, la gente, los animales, las plantas, también los cerros, el agua, las máquinas, y el único modelo de desarrollo posible es el que busque crear más vida. Dos, todo lo vivo es incompleto, por tanto, son necesarias las relaciones de complementariedad, de reciprocidad; ahí se paró, dijo, entenderán que allí no se entienda la explotación que hoy se hace de los recursos naturales, ¿cómo se puede privatizar el agua?
Así, discursando un rato largo, enseñando y aprendiendo, dijo, aquí se habla para convencer, no para dialogar. Para los quechuas hablar es otra forma de complementariedad, no de imposición.
Parecía venido de otro mundo, con otros planteamientos, un cuento infantil, etnoingenuismo, otra excentricidad auspiciada por un caudillo de izquierdas frente a un corro de oídos con sonrisita de sabios y ahora con estas; y sin embargo, aquella cadencia en el hablar, el tono sereno, la escucha atenta, las respuestas suavizadas a las preguntas incómodas, luego también el vinito, acabaron por particularizar la tarde, entre saludos, el arranque de la noche entretenida.
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