Despertar con invitado menudo, juego de niños. El ritual de la panadería, por fin, después del cartelito de reformas por traspaso, Bonjour, veinte años, Bonjour, a qué dedicará ahora las mañanas de los sábados la viejecita. Luego el placer del periódico en café nuevo. Otros cuerpos, espaldas en taburetes de rostros opacados en el espejo de la pared por la hilera de botellas. En el suplemento, aquí, El escritor de Ciberia, Cristina Rivera Garza, Matamoros, México, 1964, escribir es traducir, y mucho más. De vuelta el frío resistiéndose cuesta arriba y el texto de esta Cristina rebotando como esas pelotitas saltarinas incontrolado en la cabeza.
domingo, 20 de noviembre de 2011
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