miércoles, 9 de febrero de 2011

Unos días en Chester


Era sólo un nombre, pero las amistades de Carmela han hecho de Chester una ciudad pisada y repetida. Lo de sorprender a una ciudad cualquiera en su rutina era otro anhelo pendiente. Año de ajustes.

Ahora ya aquí, dos mil años de historia y quedan las murallas. Recomiendan también un reloj al que los turistas fotografían continuamente. También el museo de la ciudad, otro de juguetes, un castillo, un anfiteatro, un antiguo monasterio benedictino reconvertido en catedral gótica, algunas calles con galerías porticadas y muchas casas medievales. Llama la atención lo bien conservadas que están. Una gusta especialmente, es un pub con vigas de maderas de medio litro, perdón, de medio metro.  

Y de todo, una fila de escolares uniformados, de dos en dos de la manita, y el profesor que les enseña las murallas, disfrazado de romano (¡Dios!, que no se enteren).

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