Durante la cena, ella, nuevamente, elogió a Miles Davis. Él insistió en la sutileza (la e alargada) deAhmad Jamal (pero sin la payasada, claro, del veinteañero de las ochenta primaveras).
Luego.
- Faut-il y aller? - Tú misma.
Una magnifique soirée, le dijo ella al despedirse.
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