Entonces
Desayunaba cada mañana con la crónica de Eduardo Prado Coelho en el Público, luego se pasaba el día leyendo a José-Augusto França, en los recreos y festivos temblaba con los textos de Eugénio de Andrade. Fantaseaba con la idea de invitarlos a cenar, con que aquella cena imposible le ayudara a desbrozar este país del que estaba locamente enamorado.
Hoy
Esta mañana, casi veinte años después, su pasión serenada vio pasarle por delante, rápidos, ágiles, lúcidos, vívidos y vividos, los noventa años de José-Augusto França.
Fue justo al volverse ella cuando los dos se encontraron, ella de golpe rejuvenecida, él considerablemente avejentado.
Ahora
En el auditorio 2, keynote speaker: Nicos Hadjinicolaou, ellos, como dos tórtolos, siguen cogidos de la mano. Son un hombre y una pasión, veinte años después, reconciliados.
(En cuanto a França, es ciertamente un hombre persistente y admirable)
1 comentario:
Me gustan mucho esas líneas. (Myriam)
Publicar un comentario