Digamos que aprecio especialmente a tres países, los tres en los que más tiempo he vivido: España, Portugal, Marruecos. Desde ellos, en diferentes situaciones y por distintos motivos, añoré el funcionamiento de la otra Europa. Ahora vivo en esa Europa de las imposiciones y lo bien hecho y, sin embargo, esta mañana por ejemplo, una fila de lectores esperando a que abriera la Biblioteca Nacional. Hora de apertura, nueve en punto, tiempo de espera, cinco, diez minutos; no es mucho, tampoco es siempre, sin embargo es demasiado habitual. No recuerdo haber tenido que esperar a que abrieran (después de la hora, se entiende) la puerta de entrada en la bibliotecas nacionales de Madrid o Lisboa (en Marruecos no sabía si, y no iba). Será, como le leí alguna vez a Álvaro Valverde, que la vida está siempre en otro sitio. Y no sólo.
Por capricho y para ayudar a tragar, estos versos caprichosos de Pedro Garfías (a lo mejor de sus tiempos de La Carolina, cuando era recaudador de impuestos, antes de todo lo otro):
Los pájaros se tiran serpentinas
azules como arroyos
y todas las campanas
corren por los tejados persiguiéndose…
1 comentario:
Todos los días mirando manga ancha y mosqueándome. Ayer no lo abrí y hoy con dos entradas. Qué gozo leerte de nuevo!
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