martes, 17 de enero de 2012

Días escondido, Nápoles y otra vez ese texto de Ángel González


Llevo días escondido, también con los hábitos cambiados, mantengo, sin embargo, el consuelo diario de un cafetito portugués a primera hora de la mañana. Es en un café pequeño con muro de cristal (a la plaza indignada de Bruselas), ahí, el regusto en las encías, en la televisión, de espaldas, edição da manhã, tres atentados en Nápoles. Acto reflejo, las manos en los bolsillos, del pantalón, del pecho, uno por uno de la chaqueta colgada en el respaldo, no hay víctimas, la mochila, una cremallera, otra, maldita memoria, cristales rotos,

-No seas neurótico

la plaza, el libro, por la página señalada, las palabras de Ángel González:

“La escritura es una especie de enfermedad contagiosa que los libros transmiten a quienes los frecuentan en exceso. Todos los lectores contumaces están expuestos a ese contagio, y en distinta medida todos lo sufren, aunque algunos lo desconozcan y otros, por prudencia o timidez, lo oculten. El lector químicamente puro no existe; en su interior hay siempre un escritor latente o agazapado que a veces despierta de su letargo y se abalanza sobre parientes y amigos creando en la mayoría de los casos (hay admirables excepciones) situaciones de pánico o de desolación. Cuanto más temprano sea el contacto con los libros, más graves y duraderas serán las consecuencias de ese virus incubado en el texto que son, unas veces por fortuna y otras por desgracia, casi siempre incurables. Exagero poco; creo que Kafka hablaba de la literatura como lepra". 

(de Palabra sobre palabra, Seix Barral, Barcelona)

1 comentario:

Unknown dijo...

Buenas Antonio muy perdido al menos del correo te encuentro, espero que todo vaya muy bien y tenga sun buen inicio de año. Un saludo de tu alumno de Cadiz. Luis Avila