jueves, 23 de agosto de 2012

Daniel Mateu



Fue como un balazo. De camino y en un hotel de carretera el correo de Pepe Puñal con ese asunto tan feo, tan triste. Guardo de Daniel Mateu un recuerdo grato. Un hombre sencillo e íntegro. Discreto, bienhumorado, generoso, risueño, socarrón, de trato fácil y agradecido con el afecto. Tenía esa habilidad tan natural como escasa, tan admirable, la de saber posicionarse sin despertar inquina ni entretenerse en ella.

Cuando  llegué a Casablanca, por la edad de entonces, me tocó ser secretario de la CCP.  Me despistaba la complejidad de un centro integrado, el organigrama, las rencillas. Me enteré de que era de Primaria y había sido secretario y le pedí el favor de que me revisara el acta antes de entregarla. Acerté de pleno. Luego lo hizo con todas, siempre discreto y atinado. No sé si fue sólo por eso o porque hay hombres que facilitan enormemente el aprecio, pero desde entonces siento por Daniel una admiración muy sincera, un agradecimiento hondo e instintivo. 

Y ahora, esta desazón profunda y hosca, la noche en duermevela, el cuerpo revuelto. Qué tipo tan sanote, qué hombre bueno.

2 comentarios:

Mª Isabel dijo...

Lo has reflejado muy bien, intentaba buscar una imagen de Daniel, y me ha salido este blog. Todos hemos sentido lo que has escrito, con igual intensidad.

antónio dijo...

Sí, Mª Isabel, un hombre entrañable. Y una suerte haberle tenido por amigo.