martes, 8 de junio de 2010

Ángel Alías

Ayer, en Robledillo de Trujillo, el mismo beso abrazado de la infancia, las horas de la siesta, su mula parda, la plazoleta con pozo y amistad. Antes de salir, le dije, Ángel, no se te olvide, a todos, a mi padre, que procuro como creo que querría, a tía Ana y a tía María, a Mercedes y a Margarita, mira que irse sin despedirme, a tía Filomena un dulce, y a tía Juana que no esté tan pendiente del genio de tío Antonio y su bastón, a Alfonso y a tío Sabino, a todos, enséñales la foto de aquella noche de verano con buñuelos y chocolate…

Luego, en el coche, el paisaje agostándose de mi tierra, algunas lágrimas, un hombre bueno.

Y el poema de Pavese

Vendrá la muerte y tendrá tus ojos
esta muerte que nos acompaña
desde el alba a la noche, insomne,
sorda, como un viejo remordimiento
o un absurdo defecto. Tus ojos
serán una palabra inútil,
un grito callado, un silencio.
Así los ves cada mañana
cuando sola te inclinas
ante el espejo. Oh, amada esperanza,
aquel día sabremos, también,
que eres la vida y eres la nada.
Para todos tiene la muerte una mirada.
Vendrá la muerte y tendrá tus ojos.
Será como dejar un vicio,
como ver en el espejo
asomar un rostro muerto,
como escuchar un labio ya cerrado.
Mudos, descenderemos al abismo.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Siempre me gusta leerte, Antonio. Pero confieso que aún más cuando lo que escribes emociona y remueve las tripas, como hoy.

A veces pienso que no tienes más piel porque no te cabe en el cuerpo.

Un abrazo inmenso

Ángel Luis dijo...

Hasta hoy no leí esta dedicatoria, lloré un poquino nada más, me acordé de todos y sobre todo al que iba referido.
Siento siempre un soplo de aire cuando llego a mi pueblo, cuando me voy siento que se me pierde un te quiero..... siempre en mi mente el recuerdo de los más maravillosos años de mi vida mi infancia en el rincón de mis recuerdos y mi pueblo.
Gracias Antonio de corazón un sincero abrazo.