jueves, 24 de junio de 2010

Un poema de José Corrales y una cena en el Zara


 
Foto Headlessmonk

Hay dos amigos que desde años, todos los años que pueden, se reúnen periódicamente para hablar y mantenerse. Antes era en un pueblo de playa y la cita semanal, ahora es en Madrid todos los meses. Ayer se encontraron en el Zara.

El Zara es un restaurante cubano (Calle Infantas, 5, junto a la Gran Vía) que les recomendaron. Les dijeron, Se come bien y no es caro.  Yuca con mojo, tostones (con plátanos verdes), tamales,  ropa vieja... Sí, puede ser.

También un poema de José Corrales.

Una mañana de abril

Se huele a café con leche
con tostadas,
mi madre en el patio está lavando
la ropa interior:
banderines anunciando en la mañana
que una vez más se ha ganado
la batalla de la luz y las sonrisas,
el patio lo agradece
lo agradecen los jazmines
la mata de papaya
y por supuesto también la jicotea
que en su tanque a carcajadas
les dice a los mosquitos
ranitas, gusarapos
que la mano de Dios
una vez más ha descendido,

Parece que se escucha
un brujón de lánguidos quejidos:
todo está listo
preparado
para esa hora del día
en que imposible
el cerebro se pone a razonar sobre la vida
la idea de la muerte no cuenta para nada;
los huesos, las pestañas
la carne toda inquieta
presintiendo el alivio
la certeza
de que van a cumplirse las promesas
que durante el sueño se han dejado listar
amontonarse,
la jicota se relame,
la ropa interior ya casi seca
emblanquece el patio ya radiante
son las diez y media, me levanto
y me asomo a la ventana:
Dios ha puesto de veras sus dos manos
su entera presencia
sobre Cuba.

José Corrales nació en Guanabacoa 1937 y murió en Nueva York, exiliado, en 2002. Fue sobre todo poeta pero también dramaturgo y actor. En España su poesía se presentó por primera vez con la antología 9 poetas cubanos que publicó en los años ochenta la desaparecida editorial Catoblepas.

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