lunes, 30 de diciembre de 2019



¿Qué hay de entonces?

jueves, 26 de diciembre de 2019

Los miserables de Ladj Ly

Ladj Ly, director de 'Los Miserables', Foto: eldiario.es

Francia acaba de ganar el Mundial de Fútbol y Stéphen se incorpora como nuevo agente a la brigada policial contra la delincuencia de Montfermeil, en la zona pobre de Seine-Saint-Denis, en París. Así arranca Los miserables, una película áspera, violenta, jodida, y, sin embargo, igual de amable que la vida misma en esa zona de París. Ladj Ly, el director, conoce bien el barrio y sus miserias. Sabe de qué habla, por eso resulta tan creíble y tan dura. Es difícil no estremecerse cuando se piensa en la vida que le aguarda a esos jóvenes de la banlieue parisina, esas salidas por el camino de frente tan directas al dolor y los zarpazos. A más dolor y más zarpazos. 

jueves, 19 de diciembre de 2019


Los libros de horas servían para acompañar el rezo de los muy pudientes. Eran únicos y la originalidad no estaba en el texto, siempre el mismo, sino en las ilustraciones. La Biblioteca Nacional de España custodia uno de los más preciados, el libro de horas de Carlos V, y ahora puede verse por partes en diferentes vitrinas. El motivo, su restauración. El trabajo principal, minucioso y con mimo, ya está hecho. A partir del 4 de enero, cuando deje de exponerse, empezará a encuadernase y luego será recogido y conservado. Quedará de nuevo escondida la historia de dos hermanos, el devoto y dedicado al bien, que terminará en el cielo; y el atrapado por la lujuria y los placeres, que terminará en el infierno con la putas y los toreros. Más de 1200 ilustraciones para disfrutar y sufrir, como siempre. Se dice que los artistas fueron cinco, el Maestro de Martainville, el Maestro de la Crónica Escandalosa, el Maestro de Robert Gaguin, el Maestro Morgan 388 y el Maestro Jacques de Besançon, que los cinco eran artistas destacados y los cinco andaban por París en torno al año 1500. ¿Cómo terminó el libro en las manos de Carlos V? A saber, tal vez un regalo diplomático o quizá un botín de guerra tras la batalla de Pavía. El caso es que se trata de un tosorito que puede verse despiezado en la BN, de frente, según se sube la escalinata, al fondo, en el saloncito distribuidor. 


domingo, 6 de octubre de 2019

Es difícil hacer el amor pero se aprende.


Para hacer el amor de Antonio Cisneros (Lima, 1942-2012). Se fue hace unos años, tal como hoy. 

Para hacer el amor
debe evitarse un sol muy fuerte sobre los ojos de la muchacha
tampoco es buena la sombra si el lomo del amante se achicharra
para hacer el amor.
Los pastos húmedos son mejores que los pastos amarillos
pero la arena gruesa es mejor todavía.
Ni junto a las colinas porque el suelo es rocoso ni cerca
de las aguas.
Poco reino es la cama para este buen amor.
Limpios los cuerpos han de ser como una gran pradera:
que ningún valle o monte quede oculto y los amantes
podrán holgarse en todos sus caminos.
La oscuridad no guarda el buen amor.
El cielo debe ser azul y amable, limpio y redondo como un techo
y entonces
la muchacha no vera el Dedo de Dios.
Los cuerpos discretos pero nunca en reposo,
los pulmones abiertos,
las frases cortas.
Es difícil hacer el amor pero se aprende.
Del libro Agua que no has de beber (1966)

viernes, 4 de octubre de 2019

El dolor atestiguado


Jesús Abad Colorado (Medellín, 1967) lleva toda la vida retratando Colombia con los ojos del campesino que no dejó de ser por mucho que sus padres tuvieran que huir con sus gallinas, sus vacas, dejar su maíz, y llegar a las ciudad a mendigar un empleo. Se lo contó a Santiago Torrado, “Seguramente yo sería un campesino si hubiera nacido en un país en paz. La guerra nos sacó a la ciudad”. También que no quiere formar parte de un club, que llaman el Bang-Bang, de fotógrafos que recorren el mundo buscando guerras. “Yo vuelvo a los mismos lugares donde se ofendió la vida”. Y ahí está retratada la vida retratada con dolor, con mucho dolor. Una obra grande de denuncia y de clamor. 

sábado, 17 de agosto de 2019

Rogelio López Cuenca durante el montaje de la exposición. Foto: Museo Reina Sofía, tomada de El Cultural
Hace unos días leí en El Páis, “Cansa el arte que solo vale los muchos dineros que dice que cuesta”. Me dije, Ufff.
Y por eso me acerqué al Reina Sofia a ver Yendo leyendo, dando lugar, la exposición de Rogelio López Cuenca que ha comisariado Borja-Villel. Las antítesis, las paradojas, las metáforas y las artes visuales. Un derroche de crítica y de inteligencia. La calle es tan interesante como el museo. Pasear por aquella tercera planta es hartarse de pensar. Y por algunas cosas que pasan estos días, también de sentir y de sufrir.

jueves, 27 de junio de 2019

Cómo saber lo que se gana cuando se pierde


Le dijo, No hay nada como querer ganar y saber perder.
Él lo creyó, y aún le anda agradecido.

domingo, 2 de junio de 2019

Leticia


Lo miraba y pensaba en Jorge Guillén, en cómo la vida —la de los tres— pasa...

Y se me escapa la vida
ganando velocidad
como piedra en su caída.

jueves, 25 de abril de 2019

Día de claveles


Media noche y veinte minutos del 25 de abril de 1974 y por Radio Renascença, emisora católica portuguesa, empezó a sonar Grândola, vila morena, fue  un paso firme hacía la democracia. Tal como hoy, y sigue haciendo falta. 

Grândola, vila morena
Terra da fraternidade,
O povo é quem mais ordena
Dentro de ti, ó cidade
Em cada esquina um amigo
Em cada rosto igualdade,
Grândola, vila morena
Terra da fraternidade.

domingo, 10 de febrero de 2019

No te tardes que me muero


De frente, lo fotografiado, de detrás, la voz de Amancio Prada, y como un envoltorio el poema de Juan del Encina.

No te tardes que me muero,
carcelero,
no te tardes que me muero.
Apresura tu venida
porque no pierda la vida,
que la fe no está perdida,
carcelero,
no te tardes que me muero.
Bien sabes que la tardanza
trae gran desconfianza;
ven y cumple mi esperanza,
carcelero,
no te tardes que me muero.
Sácame de esta cadena,
que recibo muy gran pena,
pues tu tardar me condena.
Carcelero,
no te tardes que me muero.
La primer vez que me viste
sin te vencer me venciste;
suéltame, pues me prendiste.
Carcelero,
no te tardes que me muero.
La llave para soltarme
ha de ser galardonarme,
proponiendo no olvidarme.
Carcelero,
no te tardes que me muero.
Y siempre cuando vivieres
haré lo que tú quisieres
si merced hacerme quieres.
Carcelero,
no te tardes que me muero.

Versión de Amancio Prada

lunes, 21 de enero de 2019

Al oído de una muchacha. Siempre Lorca

No quise.
No quise decirte nada.

Vi en tus ojos
dos arbolitos locos.
De brisa, de risa y de oro.
Se meneaban.
No quise.
No quise decirte nada.