viernes, 2 de marzo de 2012

A Marta (y a aquel grupo de muchachas y muchachos)

 
Foto: Lavozdigital.es L.V

“Abre tus ojos, Marta, que quiero oír el mar”, Hierro y Lope y los de ella en el pupitre eran azules y grandes, azulísimos, curiosos, apasionados, el mar al otro lado de la ventana, ya después; antes, cuando  entonces, en el pasillo de abajo, pero la misma curiosidad, los mismos pálpitos, la sensibilidad brotando, porosa, y con muchachas así da gusto llegar por la mañana; el saber filtrándose entre sonrisas, la luz de Cádiz, ese contento a flor de labio, aquel ramillete de pimpollos tardíamente adolescentes, qué buena hornada, tan espléndida…

No perdamos el tiempo

Si el mar es infinito y tiene redes,
si su música sale de la ola,
si el alba es roja y el ocaso verde,
si la selva es lujuria y la luna caricia,
si la rosa se abre y perfuma la casa,
si la niña se ríe y perfuma la vida,
si el amor va y me besa y me deja temblando...
¿Qué importancia tiene todo eso,
mientras haya en mi barrio una mesa sin patas,
un niño sin zapatos o un contable tosiendo,
un banquete de cáscaras,
un concierto de perros,
una ópera de sarna?
Debemos inquietarnos por curar las simientes,
por vendar corazones y escribir el poema
que a todos nos contagie.
Y crear esa frase que abrace todo el mundo;
los poetas debiéramos arrancar las espadas,
inventar más colores y escribir padrenuestros.
Ir dejando las risas en la boca del túnel
y no decir lo íntimo, sino cantar al corro;
no cantar a la luna, no cantar a la novia,
no escribir unas décimas, no fabricar sonetos.
Debemos, pues sabemos, gritar al poderoso,
gritar eso que digo, que hay bastantes viviendo
debajo de las latas con lo puesto y aullando
y madres que a sus hijos no peinan a diario,
y padres que madrugan y no van al teatro.
Adornar al humilde poniéndole en el hombro nuestro verso;
cantar al que no canta y ayudarle es lo sano.
Asediar usureros y con rara paciencia convencerles sin asco.
Trillar en la labranza, bajar a alguna mina;
ser buzo una semana, visitar los asilos,
las cárceles, las ruinas; jugar con los párvulos,
danzar en las leproserías.
Poetas, no perdamos el tiempo, trabajemos,
que al corazón le llega poca sangre.

Gloria Fuertes

8 comentarios:

Guerrero dijo...

Hubo una vez un profesor en mi instituto que se diferenciaba bien del resto porque se daba a conocer como ninguno otro lo hacía, y porque se interesaba por nosotros todo lo que el resto podía ignorarnos. Existió aquel profesor, hace ya algún tiempo, y por eso unos doce años mal contados después lo recuerdo y lo añoro. Cosas buenas que te pasan en la vida y que a veces se tarda demasiado en valorar. Gracias

antónio dijo...

Gracias a ti, Jesús, eres muy generoso.

pi dijo...

Gracias por el post, António. Sabes bien que a nosotros también nos encanta tu recuerdo. El poema de Gloria Fuertes, se lo imprimí a mi madre con una foto de las dos de fondo, y aún lo tiene colgado. Cuántas cosas nos regalaste que llegan hasta hoy...

antónio dijo...

Muchas gracias, Pilar; la verdad es que aquel año coincidisteis una promoción excepcional desde todos los puntos de vista.

Marta dijo...

Me emocionó tanto que llevo 3 días que no se ni que decir...
gracias...

Miguel dijo...

Jo, la verdad que uno se queda un poco sin palabras. Me doy por aludido. Muchas gracias Antonio, desde aquí uno intenta imitarte en todo lo posible. Supongo que tú y muchos otros profesores nos mostrasteis un buen camino. Muchas gracias por todo. Fue un año estupendo :):)

antónio dijo...

Miguelito Alba, sí, también coincidió una buena hornada: Fonti, Magda Hidalgo, Carmen Martín, Marisa Gutiérrez, Pepe Outón... y Flora, os recuerdo, sobre todo a tí, sudando filosofía.

Miguel dijo...

Jjajajajajajaj y además de verdad