jueves, 23 de diciembre de 2010

El juego de la taba y la maleta del viajero


Siempre que hace la maleta se acuerda de ese poema. Como la maleta lleva varios días abierta, hace varios días que tiene ese poema en la cabeza. También le ha pedido a los reyes un libro que acaba de editar Calambur. Sabe por los amigos del autor que es un cuaderno de notas, de aforismos, de breves textos sin demasiada conexión, apuntes líricos, filias, fobias... No pierde ocasión, lo dice en cuanto puede, es un autor recomendable.

La maleta del viajero

En esta maleta guardo mis cosas:
el viejo pijama, regalo de mi madre, que nunca me puse,
un trozo de sol en el hombro de ella,
una piedra que sabe del agua más que los peces mismos,
los primeros dientes que mis hijas perdieron,
poemas de amigos que ya no son ni están, pero permanecen,
los ojos, también de ella, cuando anochece,
un telegrama que anunciaba desastres,
el jersey de lana de un amigo muerto,
una música antigua de violines y pianos,
la voz de ella para hablarme de todo esto allá donde vaya
y una cuerda de cáñamo
por si tengo que huir de mí mismo
o ajusticiar a un miserable.

Espero no haberme olvidado de nada:
siempre se olvida algo al cerrar una maleta,
pero nada es importante si se olvida.

1 comentario:

Luis Gonzalez dijo...

Gracias por el poema. No conocía a Elías Moro.
Yo también tengo (todos tenemos creo) esa maleta imaginaria donde guardamos las cosas del alma y apuntamos el alma de algunas cosas.

La cuerda de cáñamo la tiré.

Buen viaje António